LÍO DE FALDAS


Hoy es común ver señales de tráfico representando figuras femeninas en Gijón, Lugo o Fuenlabrada y tienen su precedente en Alemania o Islandia.

Es precisamente en este país escandinavo, siempre precursor en los derechos humanos, donde transcurre el siguiente relato:

En 2006  en un pueblo o ciudad cuyo nombre no recuerdo (el lector sabrá perdonar mis fallos de memoria y mi poco dominio de la lengua islandesa) la mitad de los semáforos fueron sustituidos por figuras con falda con el motivo de fomentar la igualdad de género.

El resultado fue precisamente el contrario. Los grupos feministas se sintieron ofendidos por la estereotípica asociación de la falda al genero femenino, considerándolo un icono sexista y protestaron solicitando su retirada.

¿La solución? –Salomónica:

Los semáforos volvieron,  previo cargo al erario público., a la figura asexuada clásica de las señales de tráfico peatonal y ahora de cada semáforo cuelga un pequeño letrero que dice en el 50% de los caso «este semáforo es un hombre» y en el otro 50% «este semáforo es una mujer».

Lo anterior es sólo una muestra de los excesos bizantinos a los que nos avocamos al querer ser políticamente correctos en temas tan delicados. Y, por supuesto, también es muestra de los malabares políticos que hacen un vistoso despliegue de ideas neutrales, grises y tibias para no perder votantes en ningún sector de la población.

Sin embargo, est@ asunt@ sigue en el/la air@ y me obliga a plantearme profund@s cuestion@s:

Antes de la falda ¿Existía alguna mujer que no se sintiera identificada con la figura de la luz peatonal?

¿Las jóvenes islandesas cruzan la mitad de las calles con la cabeza en alto y llenas de orgullo mientras van por el pan?

¿Habrá que llamarlos ahora semáforos y semáforas?

¿Se sentirán discriminados los escoceses al cruzar la calle?

Leopoldo A. García Castellanos

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