LA NEOLENGUA DE BIZANCIO


Hace un par de horas envié a la dirección de correo electrónico de la copistería de mi facultad un e-mail adjuntado a un documento de Word que quería imprimir allí. Un par de minutos después recibí la respuesta, cuyo remitente apareció signado como Centro de Copias de la Universidad de Salamanca. Desconocía por completo que mi facultad careciese de copistería, y poseyera, en cambio, todo un Centro de Copias, con sus ces mayúsculas y todo. He estado allí hace como una hora y no he advertido cambio alguno en la disposición del local, en su decoración o en el gesto aburrido de sus trabajadores, de lo cual deduzco que la nueva denominación no obedece a remodelación alguna. Lo que no sé es si lo que yo siempre llamé fotocopiadora de la facultad siempre fue el Centro de Copias de la Universidad de Salamanca, o si se ha decidido recientemente que una dependencia de una facultad tan distinguida y renombrada como la mía no podía compartir nombre con algo tan plebeyo como una copistería de barrio.

Leyendo más tarde el periódico reparé en una información relacionada con un tal Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo. Extrañado por la expresión ésta de “trabajadoras del sexo” y googleándola, la hallé incluida en una lista de eufemismos modernos, que explicaba que el término de marras se utiliza hoy para referirse finamente a lo que uno siempre ha llamado con el antiquísimo palabro “putas” y nunca pensó que pudiera llamarse de otra manera.

Hay más. Los ricachones ya no confían la limpieza de sus mansiones a ninguna chacha, que es una cosa muy zafia y muy vulgar, sino a “empleadas del hogar” o, los más puristas, a “técnicos de asistencia familiar”. Apostados a las puertas de las discotecas más modernas ya no hay gorilas ni porteros, sino refinados “seleccionadores de ambientes”, y de la porquería de nuestras ciudades ya no se ocupan los antiguos basureros, sino “gestores de residuos urbanos”. Donde antes había peluqueros hoy hay “estilistas”, y donde antes había solitarios fareros ahora ya no hay nada, porque el servicio se ha automatizado, pero si algo hubiera sería “técnicos de señales marítimas”. Hoy el general Millán-Astray al que, manco, se otorgara en los años veinte el pomposo epíteto de “glorioso mutilado” no podría ser otra cosa que la gloriosa persona con movilidad reducida, y Napoleón Bonaparte habría sido enterrado no en los Inválidos de París, sino en las Personas con Movilidad Reducida de París o en ninguna parte, porque la guerra es ordinaria y démodé y el corso un Bestiájez cualquiera que no practicaba el “diálogo intercultural” ni había oído hablar de la Alianza de Civilizaciones.

George Orwell lo sabía y nos lo avisó, pero, como adivino que escrutara el porvenir en una bola de cristal empañada y aprehendiera de la misa la mitad, erró ligeramente la predicción. La neolengua no consistirá en menguar y sintentizar el lenguaje, sino en estirarlo y llenarlo de ornatos cada vez más bizantinos. Llamaremos al concentrado horneado de molienda y líquido elemento, concentrado horneado de molienda y líquido elemento, y a la secreción fermentada de agraz, secreción fermentada de agraz.

Pablo Batalla Cueto

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