CADA VEZ QUE AMANECE


En 1559, Pieter Brueghel el Viejo pintó un curioso cuadro al que tituló Los proverbios flamencos. La obra representa una calle ancha de un pueblo abierto al mar, abarrotada por una abigarrada turbamulta de habitantes que aparecen representados de tal forma que ejemplifican gráficamente algunos de los refranes y expresiones más populares en el Flandes de la época. Muchos de estos proverbios ya no son de uso corriente: así, por ejemplo, el que simboliza un orondo y sonriente lugareño que porta entre las manos una enorme cesta que desprende un resplandor azulado. Se decía y ya no se dice que llevaban la luz del día en una cesta de quienes malgastaban su tiempo. O el que ejemplarizan seis cerdos devorando un maizal: donde mengua el maíz, engordan los puercos, que quería decir que para que uno gane, siempre otro tiene que perder.

El cuadro de Brueghel

Hay, empero, otros refranes que sí siguen utilizándose hoy, y que son, más que flamencos, universales: es el caso del que corresponde a un hombre que aparece abajo en un rincón, ataviado con una armadura y sosteniendo un puñal entre los dientes: está armado hasta los dientes. Y es el caso, también, del que corresponde en el cuadro a un hombre rodeado de una piara de cerdos, atraídos por las flores que aquél les ofrece: que echan rosas a los cerdos se les sigue diciendo hoy a quienes derrochan esfuerzos en proyectos inútiles.

Este último refrán sigue en boga en diversas variantes: a veces se simboliza el derroche aludiendo no a rosas, sino a margaritas, y otras, en vez de flores, lo que se arroja a los animales son perlas. Hasta Shakira dijo, en una famosa canción que martirizó nuestros oídos durante meses hace unos años, que no podía pedir lo eterno a un simple mortal y andar arrojando a los cerdos miles de perlas.

La idea, viejísima, es siempre ésa: que es ridículo e inútil extrapolar al gusto de los animales las necesidades, las costumbres, y los productos de lujo propios de los seres humanos. Brueghel el Viejo y los flamencos del siglo XVI lo sabían, pero algunos de sus compatriotas contemporáneos parecen haberlo olvidado. En el Parque Wolvendael de Bruselas, el bar Toutou ofrece a los canes de sus clientes la posibilidad de degustar Red Dog, una cerveza sin alcohol con sabor a hueso especialmente diseñada para satisfacer los más refinados paladares perrunos. Los animales pueden, asimismo, disfrutar de un amplio menú de platos bajos en sal y con mucha fibra, como recomiendan los dietistas caninos, que incluye pastas, arroces, verduras y hamburguesas y que los dueños pueden compartir con sus mascotas, si lo desean.

Cartel del Bar Toutou

En el cuadro de Brueghel no aparece representado el refrán Cada vez que amanece, el número de tontos crece. Es portugués, y tal vez no lo conocieran en Flandes; y, además, concretarlo en una imagen es ciertamente complicado: el artista tendría que haber pintado dos cuadros, con sendos amaneceres cuya luz rosácea iluminase a un tonto en el primer cuadro y a dos o más tontos en el segundo. Pero, ¿cómo representar la tontura, cómo dibujar la estupidez? Yo le habría sugerido mostrar a los tres tontos dando de beber cerveza a un perro.

Pablo Batalla Cueto

Fuente: La Vanguardia: Abren el primer bar para perros de Bélgica que servirá cerveza canina

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